sábado, 5 de diciembre de 2009

Pinzamiento 3 - Viajar sola ...


Yo antes viajaba en grupo, pero todo cambió cuando cogí una insolación en Marrachech.

Después de aguantar a mis amigas regateando por una alfombra durante dos horas, de compartir carruaje con catorce personas y de esperar a que la mitad del grupo se tatuara los pies con henna, tenía tanto calor que parecía el mechero de Melendi. A partir de ese día empecé a viajar sola. Así, nadie me calienta la cabeza.

Una vez superada la idea de que si viajas sola puedes acabar secuestrada por un grupo de kurdos, descubres que todo son ventajas.

Lo primero es que nadie te marca. Tú te organizas como quieres. No como en un viaje en grupo, que eso es como entrar en “Fama y ... a bailar!”. Está todo tan medido, que en vez de visitas turísticas parecen coreografías grupales!. (Imitando al guía) ... “Formamos una fila para entrar en la cueva, avanzamos con pasos cortos y después hacemos un semicírculo para escuchar la explicación” ... Además, a los compañeros de viaje parece que los han sacado de un casting, y siempre hay una pareja nominada. (Maliciosa). Después de dos días en manada como los “Ñus” , terminas hasta las “boom boom”.

Si te vas solo, lo mejor es no avisar a nadie. Así te ahorras el numerito del adiós en el aeropuerto. Sí, esa escena en la que tu padre te da más consejos que la primera vez que te dejó el coche. Tus amigos tienen una cara que más que irte a París parece que te vas a hacer un transplante. Y tu madre llora como si acabara de descubrir que tu mejor amiga es Nuria Bermúdez.

Las despedidas deberían estar prohibidas en los aeropuertos. Uno se va con un nudo en la garganta, que a ver cómo va a recordar París ... ¡Pues con un dolor de ganglios que pa qué!.

Cuando viajo sola en avión se produce una curiosa reacción que yo llamo El efecto Amedio. Mientras los pasajeros me miran como a un mono, yo me “cuelgo” de la azafata porque no para de darme cacahuetes durante el vuelo. ¡Todo un lujo!, porque con tanto recorte en las compañías, al final nos vamos a tener que llevar la silla de casa para despegar.

Aunque viajes sola, la mayoría de las veces te dan una habitación doble con la cama de Romay. La última en la que estado tenía un chaflán que lo ve Paco “El Pocero” y se hace Seseña 2. Yo creo que las habitaciones individuales son como la hija de Tom Cruise y Katie Holmes, sabemos que existe pero no nos la enseñan.

Si te alojas sola en un hotel, automáticamente te conviertes en el huésped más mimado. Te dejan tantos jabones, champú y papel higiénico, que tu baño parece el almacén de una droguería. Y en el desayuno te sirven café café. No como cuando vas en grupo, que te ponen ese aguachirri que parece el aclarado de un pelo recién teñido. Además, esconden chocolatinas debajo de tu almohada. ¿Pero quién se creen?... ¿El Ratoncito Pérez?!

Cuando vas solo, algunos te cogen tanto cariño que hasta parece que quieran adoptarte. En Londres conocí a un matrimonio que se empeñaba en darme la propina. Un día descubrí que llevaban mi foto en su cartera. Y cuando fueron a despedir al aeropuerto, mientras él me daba más consejos que mi padre, ella lloraba como si acabara de descubrir que mi novio es Rodríguez Menéndez...

No sé si esto sólo me ocurre a mí. Pero por si acaso, no me paso por el Museo Thyssen. No sea que Tita quiera ampliar la familia otra vez ... Hablando de la baronesa me he acordado de que viajando solo te evitas dar muchas explicaciones. ¿Nunca os habéis sorprendido contándole un secreto a alguien que acabáis de conocer en un viaje organizado?. Yo una vez le confesé a una niña de mi grupo la combinación del candado de la maleta, y no pegué ojo hasta que comprobé que no me faltaba ni un tanga. Que hay mucha “mangante” con cara de no haber roto un plato ... ¡mira Winona Ryder, como te descuides te roba hasta los días fértiles!.

Cuando viajas sola, lo que resulta muy fácil es ligar. Da igual dónde. En el confesionario de la catedral, en urgencias o en el cementerio municipal. Es como si al pasar la aduana te convirtieras en Paris Hilton. Los hombres creen que no tienes amigas, que estás forrada de dinero y se matan por salir en tus videos.

Y si no ligas, siempre podrás echarte una mano al solitario. No me miren así. Tengo un amigo que, tras un safari de 27 días con los colegas, se le pusieron los “pendengues” del tamaño de Falete. Y dando gracias, que por poco le pegan un perdigonazo al confundirle con el monstruo de las dos cabezas. Cuando aquello se desinfló había piel suficiente para tapizar todos los sofás de Merkamueble.

Y luego están los recuerdos. No es por vacilar pero yo traigo unos regalos muy originales. El truco es ir de compras como al baño: con tiempo, sin presiones y dispuesto a abrir el monedero. Pero viajando en grupo, entre el guía, que es pesado como una fabada. Y que siempre hay una que vomita. Se te pone un cuerpo que sólo sueltas la calderilla suficiente para pagar un imán.

Pero ¿qué pretendemos trayendo imanes de todo el mundo a nuestra madre?... ¿que sujete las recetas de cocina palabra por palabra?. ¿qué con tanto hierro nunca coja anemia? ... O es que ¿queremos forrar la nevera materna por si hay un atentado nuclear y no quedarnos sin el tupper semanal?. Al “frigo” esto le importa tres bandejas. Pero tu madre, de tanto agacharse a recoger los imanes cuando se despegan, ha desarrollado una chepa que parece Pozí.

Os animo a viajar sin compañía. Es como protagonizar tu propia película. Tienes miedo porque crees que estarás “Sólo ante el peligro”. Pero en realidad esto es como la profesión de Julia Roberts en “Pretty Woman” ... tu decides cuándo, cómo y dónde. Y lo mejor de todo, es que como dice mi amigo en su versión libre de “Memorias de África” ... nadie te hinchará las pelotas.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado...preparo mi primer viaje sola y después de leer tus experiencias empiezo a pensar que soy afortunada al tener cuatro días libres y no coincidir con nadie para compartirlos...me piro a Paris!!!

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  2. Ey, qué bueno!! ... Y qué tal la experiencia?

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